Comienza la película con una
canción interpretada por Frank Sinatra titulada “High Hopes”, ganadora de un
Oscar de la Academia de Hollywood, que nos introduce en las primeras secuencias
de una de las obras más ágiles del director de origen italiano, cuya obra más
conocida es “Que bello es vivir” gracias a su reposición todas las navidades en
la pantalla de televisión. En los primeros minutos de la cinta el personaje
principal interpretado por Frank Sinatra queda descrito de un modo inmejorable
gracias a una ambientación insuperable y un guión bastante bueno, pero que a
medida que avanza la película y sobre todo en la parte final empieza a ser más
flojo y ello hace que el final no sea uno de los mejores resueltos en la
filmografía del director.
La interpretación de Sinatra como
un estadounidense afincado en Florida junto a su hijo, que por cierto el papel
lo interpreta Eddie Hodges con una óptima actuación, hace más grande a uno de
los mejores intérpretes y una de las mejores voces que ha dado la canción
Americana en el Siglo XX, y que todo el público recuerda cantando el tema “New
York, New York” en homenaje a la que está considera la capital artística del
mundo.
La película se adaptó de una obra
de teatro de Broadway, por lo que a lo largo de las dos horas de duración
apenas hay secuencias en exteriores, lo que provoca mi admiración hacia uno de
los mejores directores de cine de todos los tiempos, ya que en ningún momento
se siente la necesidad de sacar a los personajes del interior, y cuando ello se
hace es en ocasiones contadas y con una habilidad asombrosa para hacer avanzar
la historia. Quizás se pierde un poco
más de lo debido en algunas lecciones de moralidad al final de la cinta, pero
hay que recordar que la película se enmarca en el contexto de una sociedad
estadounidense en los años 60, y no por ello hace que la calidad de la presente
obra sea una de las mejores del director de otros títulos como: “Arsénico por
compasión” y “Juan Nadie”.