La Caminoneta- Stephen Frears-1996
Mientras en el cine de Ken Loach
encontramos una temática social con problemas de grupo aderezado con una
constante lucha de clases, en el de Stephen Frears son las personas
individualmente quienes afrontan una delicada situación y se apoyan en
conceptos como la fidelidad y la amistad para salir adelante. Mientras en el
universo de Loach el pesimismo inunda las historias de desarraigo social, en el
de Frears el optimismo y la creencia en la buena voluntad del individuo hace a
éstos superar los obstáculos planteados en la cinta, llegando a despreciar todo
lo que está atacando a los lazos que unen a las personas, representados en este
caso en los dos personajes principales. Mientras Ken Loach no entiende de
patrias en sus películas y aborda casos como los de los inmigrantes latinos en
Los Ángeles (“Pan y Rosas”) o el paro en Inglaterra (“Mi nombre es Joe” entre
otras), Stephen Frears sitúa al espectador ante multitud de banderas irlandesas
en medio del mundial de fútbol de 1990.
Ambos directores ingleses
representan a la generación de cineastas británicos consagrados en el último
tercio del siglo XX que a través de sus películas han transmitido, cada uno a
su manera y en su propio estilo, unas
historias capaces de hacer reflexionar al espectador desde su butaca del cine
sobre temas de actualidad, en algunos casos hablando de las mafias de personas
en la Europa desarrollada (“Negocios ocultos” de Frears) o de las cloacas
político-sociales en el conflicto de Irlanda del Norte (“Agenda Oculta” de
Loach).
En esta película de Frears la
camioneta que rehabilitan para trabajar los dos amigos que se acaban de quedar
en paro sirve de vehículo de transmisión en una historia de amistad y fidelidad
que les llevará a dar una puntuación a los valores arraigados en sus personas,
anteponiéndolos a un medio superfluo de ganarse la vida circunstancialmente y
condicionado por un sistema social que les ha llegado impuesto.
Hay que finalizar haciendo
mención a “Cheri”, la última cinta del director británico, que adapta la novela
de la escritora francesa Colette ambientada en la Belle Epoque, que a pesar del
reparto y el contenido de la obra lo único que merece la pena es la fotografía
del genial Darius Khondji y la interpretación de Michelle Pfeiffer que no salva
en su conjunto la película de Frears.
