sábado, 10 de marzo de 2012

El apartamento-Billy Wilder-


“Me gustaría creer en Dios para agradecérselo, pero solamente creo en Billy Wilder. Gracias Mr. Wilder”. Esta frase pronunciada por Fernando Trueba después de recibir  un Óscar por su película “Belle Epoque” resume perfectamente la influencia del director de “El apartamento” en la historia del cine.

El próximo 27 de marzo se cumple el décimo aniversario de la muerte de este director nacido en Polonia, que emigró en 1933 a Hollywood para situarse por mérito propio en el espacio de los grandes maestros del séptimo arte. Cuando se le preguntó en una ocasión  cuál era su mejor película, sin dudarlo respondió: “El apartamento.¡Todo encaja!”. No puedo más que estar de acuerdo con esta afirmación, ya que desde la presentación y evolución de los personajes, pasando por la fotografía y dirección artística, hasta la culminación de un excelente guión realizado por Billy Wilder junto a su inseparable I.A.L. Diamond, encontramos una obra maestra de la historia de la cinematografía.

Es la época de los rápidos ascensos y descensos empresariales en el mundo de los negocios estadounidenses, que se manifiesta con maestría en el ascensor repleto de oficinistas del edificio  donde trabajan los personajes de la cinta. En los principales, Jack Lemon y Shirley MacLaine, se refleja a lo largo de la película lo trágico que existe en la comedia y la comicidad de la tragedia, una mezcla de términos que se desarrolla, principalmente, en el lado humano y la soledad del personaje que interpreta Jack Lemon, para desembocar en uno de los mejores finales realizados en Hollywood: una partida de cartas que huye de cualquier romanticismo establecido en los manuales de guión.

Esta película le sirvió a Billy Wilder para ganar tres Oscars, uno al mejor guión junto a I.A.L. Diamond, y otros dos por director y mejor película, convirtiéndose así en el primero en recibir los tres galardones en una misma ceremonia. Sin darle más que un valor testimonial a esto último, habría que señalar que fue el justo premio a uno de los mejores directores de la historia del cine.